jueves, 6 de octubre de 2011

Desde una soledad calculada...

Al arbitrio de las horas se quedan en la memoria las ensoñaciones -lo cual es reprochable, ya que la memoria debería alimentarse de hechos fehacientes, no de ensoñaciones; pero así toca-.

Al arbitrio de las horas se quedan en la memoria los labios cercanos como puentes que jamás se cruzaron.

La tarde es un símil de venturosos pasos, de aflicciones, de párpados que se niegan a abrirse de cara a un nuevo despertar.

Lo que hay (lo que existe) es bueno.
Nada debería sacarse en cara uno mismo... el afán y la prisa siguen ahí, buscando una salida hacia ninguna parte.

Calla nuevamente corazón...

Acaricia la cabeza de los tuyos,
deja de buscar
y ama.

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